Nuestra compañera Pilar Rodríguez participó una mesa redonda sobre igualdad en el Zinemaldia que dedicó a hablar del edadismo o el doble rasero del envejecimiento de actores y actrices en el cine. Abajo encontraréis las notas que acompañaron su interesante intervención.
Os compartimos las notas de la ponencia de la Dra. Rodríguez:
Bloque 1: Estereotipos y discriminación
El poder de las narrativas cinematográficas en la construcción del imaginario de las personas es una de sus grandes potencialidades, para bien y para mal. El cine y los productos audiovisuales tienen el potencial para enriquecer y aumentar nuestros imaginarios sociales y culturales, pero también para disminuirlos y empequeñecerlos, haciéndonos ver lo que cabe y lo que no cabe en ese reflejo de la realidad que se muestra.
Un estereotipo de género es una visión generalizada o una idea preconcebida sobre los atributos o las características, o los papeles que poseen o deberían poseer o desempeñar las mujeres y los hombres. Un estereotipo de género es perjudicial cuando limita la capacidad de las mujeres y los hombres para desarrollar sus capacidades personales, seguir sus carreras profesionales y/o tomar decisiones sobre sus vidas.
La utilización de los cuerpos de las mujeres y de los cánones de belleza como reclamo de mercado y sexualización de las mujeres en las pantallas es un fenómeno que afecta a niñas, jóvenes y mujeres de todas las edades. Podemos preguntarnos si existe, acaso, una etapa vital en las que las mujeres se sientan cómodas con la edad que tienen y representan. Hay concursos de belleza para niñas pequeñas (a las que se les inyecta bótox y se les sexualiza desde la infancia); las adolescentes sufren las presiones de un canon de belleza normativo que las hace blanco de las burlas si no se ajustan al mismo. En cuanto se va llegando a los treinta hay presiones ante la amenaza de los signos de envejecimiento que ya asoman, y durante mucho tiempo, a partir de los 40 parecía que las mujeres ya no podían aparecer en las pantallas de cine, lo que fue dando paso con el tiempo a una mayor presencia de mujeres mayores.
¿Cuáles son las opciones? Las mujeres mayores que representan su edad físicamente no tienen cabida en la pantalla, pero las actrices que se someten a operaciones estéticas son igualmente vilipendiadas por no saber envejecer bien y por los nefastos resultados que a veces muestran en sus rostros.
El edadismo —entendido como la discriminación por edad— se muestra en nuestra cultura en innumerables situaciones y prácticas sociales normalizadas en la vida cotidiana.
En 1972 Susan Sontag definió esta realidad como el «doble estándar/rasero del envejecimiento», según el cual mientras los hombres maduran y las mujeres envejecen. En este sentido, para las mujeres el transcurrir de los años supone un estrechamiento de sus oportunidades de estar y situarse libremente en el mundo, de ser consideradas atractivas e interesantes, mientras que en ese mismo periodo de edad los hombres por lo general siguen disfrutando de las libertades, oportunidades y consideraciones por parte de la sociedad.
Carrie-Anne Moss, protagonista de Matrix cuenta que al día siguiente de cumplir 40 años le llegó un guion en el que le ofrecían el papel de abuela: “Es una historia estereotipada, trabajar con hombres que son mucho mayores y están envejeciendo. Y ellos está disfrutando de su envejecimiento aunque tú seas mucho más joven que ellos”.
Margaret Gullette afirma que el envejecimiento es un proceso biológico, pero también una construcción social y cultural. El cine es una forma de tecnología social (Teresa de lauretis: Technologies of Gender) que produce (materializa, promueve, desarrolla y refuerza) el envejecimiento. Pero a su vez, tiene el potencial y la capacidad para promover nuevas visiones que no sean las hegemónicas. El envejecimiento para las mujeres occidentales es experimentado como un trauma debido a las representaciones culturales, especialmente cinematográficas, de las mujeres que envejecen.
El cine hegemónico presenta a las mujeres mayores con signos de decadencia física y psíquica y hace que sus experiencias resulten poco atractivas para un público que se supone joven, masculino y heterosexual (de hecho, las pruebas para las películas de Hollywood en su mayoría de hacen con ese grupo de edad). Sin embargo, basta acudir a cualquier sala de cine a lo largo del año en esta ciudad, para ver que gran parte del público está formado por mujeres mayores.
Mientras que los hombres mayores continúan encontrando papeles que los muestran como sexualmente atractivos y en general su edad se vuelve invisible e irrelevante para el argumento, sus compañeras de reparto suelen ser mucho más jóvenes y así se ratifica su atractivo. Las mujeres mayores son menos visibles, sin interés erótico y cuando aparecen (lo que sucede igualmente con personajes LGTBIQ+, minorías raciales o personajes con discapacidades) sus carencias son subrayadas. INTERSECCIONALIDAD.
- Industria actual
Hay al menos cuatro situaciones que necesitan atención:
- Escasa presencia de mujeres y de mujeres mayores en puestos con capacidad de tomar decisiones en la industria cinematográfica.
- La discriminación etaria contra las mujeres que les impide mantener sus carreras una vez cumplidos los cuarenta.
- La invisibilidad o visión estereotipada de personajes femeninos mayores.
- Representación de las películas del cine comercial diferente al que proponen algunas películas del llamado Sur Global.
Solo 11 películas de las más taquilleras de la última década en Hollywood han incluido mujeres de más de 45 años como protagonistas o co-protagonistas, en comparación con 30 películas que incluyen a protagonistas hombres.
Un estudio llevado a cabo por la revista Time sobre las 5000 películas más taquilleras desde los comienzos del cine en Hollywood revela que las carreras de los actores llegan a la cima a los 46 años, mientras que las mujeres alcanzan su punto profesional más alto a los 30. Cuando los hombres maduros (George Clooney, Harrison Ford, Warren Beatty, Liam Neelson, Tom Cruise o Clint Eastwood) están emparejados con actrices más jóvenes, esta discrepancia no forma parte del argumento, pero cuando ocurre lo contrario la diferencia de edad juega un papel importante en la historia: The Mother (Roger Mitchell, 2004); en películas como American Gigolo (Paul Schrader, 1980), Pride (Matthew Warchus, 2014), Obsesión (Rob Cohen, 2015): mujeres mayores excesivamente sexualizadas, obsesivas, egoístas, y destructoras de familias.
Mientras que en la vida de las sociedades contemporáneas las mujeres tenemos hijos cada vez más tarde, el cine nos presenta a menudo madres encarnadas por actrices jóvenes. En Alejandro Magno, Angelina Jolie interpreta a Olimpia, la madre de Alejandro Magno al que interpretaba Colin Farrell. En la vida real solo hay un año de diferencia entre ellos. Cuando se estrenó la película, la actriz tenía 29 años y el actor 28. Winona Ryder como la madre de Zachary Quinto en Star Trek (2009) solo tenía 6 años más que su hijo en la ficción. Posiblemente el caso más curioso de esta lista sea el de Sally Field y Tom Hanks. Los dos actores han coincidido varias veces a lo largo de su carrera y se da la extraña situación de que la actriz dio vida a la amante del actor y su madre con tan solo unos años de diferencia. ¿Cómo es esto posible? De nuevo, los ejecutivos de Hollywood y su reticencia a fichar a mujeres mayores. En 1988, los actores estrenaron Lo que cuenta es el final, una comedia donde un cómico ayuda a una ama de casa que quiere triunfar como humorista. Field y Hanks interpretaron a una pareja amorosa y, cinco años después, ella estaba dando vida a su madre en Forrest Gump. En la vida real tan solo se llevan 10 años.
Representaciones que nos acercan de modo más adecuado a la vida de las mujeres mayores y a un renacer o redescubrir la sexualidad a partir de los sesenta: La vida era eso (David Martínez de los Santos, 2020), Laura Mañá: La vida empieza hoy, 2010); Mejor que nunca (Dolores Payás, 2008), Ainhoa Rodríguez: Destello Bravío (2021).
Diferencia entre “envejecimiento activo” (modelo neoliberal de mantener la actividad productiva) y “envejecimiento afirmativo” (Linn Sandberg – El envejecimiento afirmativo no está anclado en el éxito, sino en el reconocimiento de que envejecer implica volverse diferente: “los cambios en el cuerpo que envejece pueden ofrecer formas de reconsiderar el género, la corporeidad y la sexualidad” (2013, p.15). “Affirmative old age: The ageing body and feminist theories on difference”.
Hay una representación de la vejez masculina como prueba del envejecimiento exitoso marcado por la virilidad manifestada en las figuras de actores como George Clooney, Clint Eastwood, Harrison Ford, Warren Beatty, Liam Neelson o Tom Cruise. La mula (2018) dirigida e interpretada por Clint Eastwood muestra a un octogenario que mantiene relaciones sexuales con tres jóvenes prostitutas.
- Posibles soluciones
Sin embargo, cualquier producción cultural que refleje esta diversidad de realidades no se produce de por sí, no sale de la nada. Requiere que las personas responsables (dirección, guion, producción, fotografía, arte, vestuario e iluminación) lleven a cabo una profunda reflexión autocrítica acerca de su pensamiento edadista, cuestionando e interrogándose constantemente acerca de los contenidos, los significados, las palabras y las imágenes que están proponiendo, tratando de estar ojo avizor para evitar que en cualquier momento se deslice una actitud paternalista y estereotipada que delate el lastre edadista que arrastramos. No es tarea fácil.
Ley de 2022:
– Dentro del crédito anual destinado a cada una de las líneas de ayuda reguladas en esta sección (‘Ayudas a la producción’), se reservará un mínimo del 35 % para los proyectos realizados exclusivamente por directoras.
-El ICAA, dentro de los límites presupuestarios aprobados en cada ejercicio establecerá medidas que fomenten en el ámbito cinematográfico y audiovisual la igualdad de género y que faciliten la incorporación de mujeres, profesionales jóvenes y del talento emergente, así como de personas con otros orígenes nacionales o étnicos y de personas con discapacidad. Dichas medidas podrán consistir en el establecimiento de cuotas o de reservas para estos grupos específicos de profesionales. Dichas cuotas o reservas, cuando tengan por objetivo salvar la brecha de género, serán como mínimo del 30 %.
-Se podrán conceder ayudas a personas físicas para la escritura de guiones, que deberán ser desarrollados en el tiempo y en las condiciones que se determinen en las correspondientes bases reguladoras. Dentro del crédito anual destinado a estas ayudas se reservará un porcentaje para los guiones escritos exclusivamente por mujeres.